Voley

Exceptuando el fútbol, la fiebre por otros deportes suele venir acompañada de alguna hazaña en esa disciplina o de la eclosión de una nueva estrella. En los 80, el baloncesto fue un claro ejemplo de ello: Magic Johnson, Larry Bird y la plata olímpica del 84 pusieron de moda el deporte de la canasta en estas tierras siempre dominadas por el fútbol. El reinado de Jordan en los 90 y el boom de Gasol  y compañía son otros dos claros ejemplos de ello.

Por eso fue tan sorprendente que en el Poli, en los 90, un deporte muy secundario, sin grandes hazañas de la selección ni cracks mediáticos*, se extendiera por nuestro poli hasta tal punto que se incluyeron competiciones en varias verbenas. Me refiero al VOLEIBOL.

Era una locura: los viernes por la tarde, los sábados todo el maldito día y los domingos por la mañana nos los pasábamos jugando a voleibol.

Los primeros afectados por esta fiebre fueron los jugadores de baloncesto (había más afinidad que con el fútbol-sala: se jugaba con las manos y lo practica gente alta), pero pronto todo el mundo se unió: los de futbito, mi padre, los mormones...

No sólo era una locura por la cantidad de tiempo que pasábamos jugando, sino por lo patéticos que éramos la mayoría, exceptuando a algunos privilegiados como Jeromo, que era además, el experto en la materia. Cada vez que había alguna jugada dudosa (¡¡Retención¡¡, invasión, toque de red, le ha dado con el pie...) él tenía la última palabra. Digo que es una locura porque la baja calidad general propiciaba que nos pasáramos largos minutos sin ni siquiera poner el balón en movimiento: saques a la red, fuera de los límites, o incluso no llegar ni a tocar la red.

Pero sin duda, y creo que el éxito radicó ahí, la capacidad de mejora, aprendizaje y sobre todo, lo divertido que es ese deporte, fueron los factores clave para tan inmediato y demoledor éxito.

Lo primero que tuvimos que aprender fue a montar la red, y luego, a no "lanzarse" sobre ella ni tocarla demasiado porque volvía a caerse. Buena parte del tiempo de juego se perdía en volver a tensar la red.
Otra cosa que aprendes es a recepcionar adecuadamente, ya que si no lo hacías bien, las muñecas se te hinchaban. Creo que todos y todas que hemos jugado a voleibol en el Poli hemos pasado por esa experiencia.

Algunos, incluso, aprendimos a "trepar" por la puerta para subir al techo cada vez que se "embarcaba" un balón... y a deslizarnos por la farola en plan bombero para bajar.

-Niño, ¿tú no te subirás al techo cuando se embarca una pelota, no? -preguntaba mi madre-.
-¿Yo? Mamá, por favor...

Se me vienen a la mente muchas anécdotas y buenos momentos relacionados con el voleibol... ¿Alguien se anima a contar los suyos?

*Vale, Rafa Pascual era la estrella mundial, pero no era mediático: no se explotó su imagen en España, y casi todos los reconocimientos que recibía eran foráneos.

Uno de cincuenta

Seguro que al leer el título de la entrada, muchos ya sabéis de qué va el tema.
En la mayor época de "esplendor" del Poli se generó tanto movimiento que la gente demandaba hacer, de vez en cuando, eventos más o menos oficiales. Con motivo de una verbena se organizó un concurso de triples, cuyo vencedor fue Miguel el escayolista (o pingüino)... "hazaña" que repetiría dos veces más y que él mismo se encargaba de recordarnos a todos varias veces por semana.

Pero no bastaba con la celebración del concurso de verbena en verbena... así que a finales de año también celebrábamos este concurso. Hubo tantos que los mezclo... lo que sí recuerdo es que el Almendro ganó uno o dos concursos, Abel, el del balón medicinal que cuidaba con grasa de caballo, ganó otro (cuyo finalista fue el Pollo, que se le readmitió en el concurso a pesar de haberse quedado dormido y llegar cuando ya había acabado la primera fase; y cuyo speaker fue el ya famoso Luis del Volapié) y un servidor se llevó uno de ellos.

A los que nunca presenciaron estos concursos, he de decirles que ni por asomo disponíamos de 25 balones. Llegábamos a reunir unos doce o trece, y claro, cada uno muy diferente al resto: nuevos, viejos, lisos, globos, piedras, cambembos, de piel, de plástico... y el de Abel, que pertenecía a una categoría aparte. Cuando ibas por el cuarto banco (eran literalmente "bancos") y te tocaba el balón de Abel... pocos llegaban a tocar aro.

Pero vamos a nuestra historia.
Protagonista: Paco Vargas, alias Paco Villacampa.
Cargo: Entrenador por aquella época del Caja Jerez en categoría juvenil.
Lugar: Polideportivo de La Asunción, concurso de triples.
Fecha: uf... creo que debió ser entre el 94 y el 97
Descripción de los hechos: La primera ronda constaba de dos tandas, que, a 25 lanzamientos por tanda, hacen un total de 50 lanzamientos. Nuestros porcentajes, obviamente, eran ínfimos, pero ese día, Paco rompió todos los registros: metió un lanzamiento de cincuenta intentos. Bueno, metió dos... pero estaba pisando en uno de ellos y se le anuló.

Por todo esto, como bien debeis suponer, el apelativo "Villacampa" no tenía nada que ver con sus aptitudes baloncestísticas. (¡¡Con mucho cariño, Paco¡¡)

Verbena...

El verano jerezano es fuego. Yo siempre le pedía la merienda a mi madre a las 5 de la tarde, para que me dejara bajar al Poli lo antes posible. Pero la norma en casa era bien clara: hasta que la sombra no cubriese al menos la mitad de las pistas, en verano no se baja. Me apoyaba en el marco de la ventana, creyendo que si miraba, la sombra avanzaría más rápidamente. Y menos mal que existía la calle Junta Fomento del Hogar (actualmente Paquera de Jerez), porque sin ese bloque mítico, por la tarde no habría ni una rayita de sombra.

Por el otro lado, por el este, se encuentra el colegio Jesús-María, mi colegio, que apenas proyecta sombra, así que para disfrutar de una mañana de juegos, había que bajar temprano.

Todo esto provocaba que el ambiente comenzara a formarse a partir de las 7 y media de la tarde: pachangas de baloncesto, fútbol, voleibol, mus, o simplemente sentarse al fresquito en los bancos con un cartucho de pipas, escuchando nuestras tonterías o comentando la etapa del Tour, las Olimpiadas, los Mundiales de Atletismo o el partido de la Eurocopa o Mundial correspondiente.

Pero había un evento que reforzaba este ambientazo estival: la Verbena de la Asunción. Era, sin duda, la salsa del verano. Torneos de mus, futbito, baloncesto, voleibol... eran unos días trepidantes en los que participaba muchísima gente. Qué pena que se perdiera y se dejaran de celebrar estos torneos... ¿cuánto tiempo hace que no se celebra?

Ahora os toca a vosotros... hay miles de anécdotas verbeneras... seguro que muchos de vosotros aún guardáis trofeos...

¿Quién es quién?





Qué de recuerdos... pero la historia y el nombre de las personas que salen en estas fotos no los escribiré... quiero que lo hagamos entre todos. ¡A ver quién reconoce a más personas!


Las canastas chicas

Una cancha de baloncesto, dos de futbito, y una de voleibol. Estas son las pistas con las que cuenta el Poli, aunque durante muchísimos años, en la práctica, eran dos de futbito... y dos de baloncesto. La pista de voley albergaba dos canastas de minibasket, una en cada extremo, y esta improvisada cancha, estaba a veces más solicitada que la cancha "verdadera", ya que la altura de las canastas chicas, permitía a adolescentes y adultos a hacer mates... cuando el celador no miraba, claro.

"Niño, vete a las canastas grandes, ¿no ves que te vas a cargar el aro y se te va a caer la canasta encima?".

A más de uno han expulsado del Poli por colgarse del aro. Las canastas de minibasket tenían un peso en la base, pero cedía dependiendo de la fuerza con la que se machacara y del tamaño y peso del matador.

"Niño, no te enganches, no te quedes colgao¡¡".
"No he tocao el aro, Rafael¡¡ (o Paquirri, o Lolo, o Ramírez... es indiferente)".

Las "canastas chicas" eran mis verdaderos relojes de vida, gracias a ellas notaba cómo iba creciendo. Me acuerdo cuándo tenía que subirme al peso de la canasta y saltar hacia delante para ser capaz de colgarme de una de las dos barras de hierro que tenía la canasta a media altura. Recuerdo cuándo toqué el tablero y recuerdo, perfectamente, cuándo toqué el aro por primera vez: estaba en Octavo de Egb, era junio y hacíamos gimnasia en el Poli. Al terminar la clase, cogí carrerilla, salté y casi me quedo enganchado del aro... llegué sobrado, así que por la tarde, estaba deseando llegar al Poli para volver a hacerlo. Pero por la tarde no era capaz de tocarlo, que por la mañana lo lograra se debió a que acababa de hacer bastante ejercicio... pero por la tarde, en frío, no fui capaz. Cuando pasó el verano ya alcanzaba el aro con solvencia y un año más tarde machacaba ya como "los grandes".

Pero antes de eso, recuerdo que también macahaba, machaqué muchas veces... gracias al Buhigas chico. Jesús Buhigas, varios años mayor que yo, no podía machacar, era una bolita (digo era, porque ahora está canijísimo) y se despegaba muy poco del suelo. Yo pesaba muy poco (como ahora), así que lo que hacíamos era una especie de "catapulta infernal", pero en versión basket. Me acercaba corriendo, tomaba impulso, y al saltar, el Buhigas me agarraba de la cintura, me elevaba hasta el aro y.... catapum¡¡¡

Ahí lo dejo, no sin antes lanzar un "concurso": a ver quién es el que más nombres recuerda de tíos que fueron echados del Poli por colgarse del aro... y de gente que se cargó el aro (hablamos de las canastas pequeñas, ¿eh?). ¡¡ Reto lanzado !!

Postdata: Es curioso... comencé escribiendo esta entrada para hablar del voleibol... es lo que pasa en el Poli, se entrecruzan las historias, los deportes, la gente...

Gitaneo

La Feria del Caballo ha sido la responsable del parón quincenal que ha sufrido este blog; pero a su vez, la propia feria me ha proporcionado la idea para escribir esta entrada:
el lunes de feria me encontré con José Suárez, compañero del equipo de baloncesto de La Asunción (este año llamado "Clydent 2000") y ayer sábado me topé con otro compañero, David Flores.
Desde que era chiquitín les llevo viendo ametrallar los aros del Poli jugando pachangas. Dos auténticas máquinas, que, además de su calidad para el deporte que inventó el profesor Naismith, son dos de las personas más tranquilas, serenas y nobles que he conocido. Es realmente difícil escucharles levantar la voz, alterarse e incluso oírles un taco, están hecho de una pasta especial.

José y David son gitanos. Algo que, a estas alturas, a mí no me dice ni fu ni fa, pero, debido a que los blogs pueden ser leídos por cualquier persona del mundo (qué optimista soy, jeje), quiero hablar de la situación de los gitanos en Jerez, en mi barriada y en el Poli:

Jerez, lugar gitano donde los haya, es la ciudad donde probablemente mejor integrado esté el pueblo romaní: la inmensa mayoría de los gitanos jerezanos son gente de clase trabajadora, con sus problemas para llegar a fin de mes como cualquier hijo de vecino. Y, al igual que los gachós (en Jerez, a los payos se les llama así), hay de todo: carniceros, camareros, cocineros, taxistas, médicos, abogados... (sí, han leído bien: médicos y abogados).

Esta integración, por supuesto, se refleja en La Asunción y en el Poli: muchos vecinos míos y amigos del Poli son gitanos, por tanto, no crecí ni me eduqué en los tópicos que se suelen decir sobre ellos. Todo lo contrario, algunos de los "tópicos" que inundaban mi mente acerca de los gitanos eran los siguientes: tienen un altísimo concepto de la familia y del cuidado de la misma, tienen un don natural para el cante y el baile, son muy cariñosos y atentos...

He hablado de David Flores y José Suárez como podía haberlo hecho de otros muchos gitanos del poli... como por ejemplo, los Peña. Los Peña llevan el kiosco del Poli desde hace ya, creo, más de 15 años, pero además de lo alucinante que es la familia de la Chica, han sido esenciales para mantener vivo el Poli: todos los hijos de la Chica han jugado/entrenado en el equipo de futbito de La Asunción, y todos los nietos han pasado su infancia allí, y su adolescencia. Por cierto, David Flores es primo de los Peña.

Podría seguir contando historias gitanas del Poli, pero, por dos razones no lo hago:

1. Hay tiempo para escribirlas todas.
2. ¿Para qué separar las historias de los gitanos? Si estoy diciendo que siempre hemos estado mezclados y nunca hemos mirado eso, sería incoherente que yo aquí me afanara en hacer la separación. Un ejemplo: se le da tan poca importancia a ser gitano o gachó que, realmente, (en Jerez incluso es al contrario: muchos niños gachós se dicen gitanos porque en Jerez, ser gitano es prestigioso) hay muchas personas del Poli cuya genética desconozco.

Si he escrito este post, es por la razón que aludí al principio: quiero que el mundo vea cómo son aquí los gitanos... y cómo son los gachós.

Di frigorífico

Cuando pienso en las cosas que he aprendido en el Poli, la primera, sin duda, que me viene a la cabeza es el respeto a los demás. Hablo del verdadero respeto, porque a veces confundimos el respeto con el miedo. Y de pequeño te crees que tener respeto es estar tieso como un palo, sin hablar, obedeciendo y sin bromear. En el Poli aprendí que las bromas y risas son sanas, divertidas y que el límite se sobrepasa cuando hay intención de herir y de reírte del otro, y no con el otro.
Quizá, si Luís Marín no hubiese aparecido por el poli, me habría costado más entender esto. Pero él y la manera en que los adultos le trataban y nos enseñaban a los niños a tratarle, me enseñaron qué es el respeto y dónde está el límite.

Luís Marín es un hombre cariñoso, alegre, fanático del Xerez y aficionado al baloncesto. Luís tiene el síndrome de Dawn. Cada vez que el Xerez ganaba, se le veía venir por las escaleras de la calle Amor y Sacrificio haciendo gestos y con la cabeza bien alta... cuando perdía, dejaba de ir al poli durante unos cuántos días. Casi siempre venía al poli en vaqueros, y cuando lanzaba unos tiros a canasta, tenía que apretarse bien el cinturón porque los pantalones se le escurrían. Cuando me veía y estaba contento, me cogía la carita y riéndose con sus dos solitarios colmillos decía... "Ayyy... mi niño chiquititoooo...". En el Poli, Luís se lo pasaba genial.

A Luís, a veces, le costaba decir algunas palabras y sus amigos le intentaban enseñar a pronunciarlas mejor. Sin duda, la que más le costaba decir era "frigorífico"; y por ello, algunos niños se reían de él, perdiéndole el respeto. Pero un día, el Paco pensó que eso se tenía que acabar, decidió enseñarle a decir frigorífico a la perfección, y lo consiguió...

Cada vez que un niño con esa media sonrisa guasona, esperando reírse de Luís, le decía "Luís, di frigorífico", este siempre respondía:

- "Nevera"

(Quien ríe el último... ¡qué grande eres, Luís!)

¿Tú sabes hacer esto?

Del Migue, el escayolista, podría contar también mil y una historias (y las contaré, que a nadie le quepa resquicio de duda): su famoso "tricampeonato" en el concurso de triples (famoso, porque no para de repetir que es tricampeón), sus noches veraniegas jugando pachangas taladrando el aro con esos pantalones fluorescentes inspirados en MC Hammer y cantando los resultados con su coletilla "2-0 España¡¡", o aquella fatídica tarde en la que se partió el fémur... y la ambulancia pinchó al salir por la puerta.

De todos esos momentos fui yo testigo, pero esta vez contaré una historia que yo no presencié, y que, cada vez que la escucho, me muero de risa. Precisamente, ayer por la mañana me la ha vuelto a contar Paco Copi, al que me he encontrado en el tren... y de nuevo me he muerto de risa...

Los protagonistas de la historia son Migue y un mormón estadounidense. No sé ni cuándo ocurrió con exactitud ni quiénes estaban presentes, pero tampoco hace falta saber mucho más. Migue, cachondo por naturaleza (a medida que leáis las historias observaréis que la cualidad de "cachondo" es común a la mayoría de los personajes del Poli), se acerca al mormón con un balón de baloncesto en la mano y, haciéndolo girar encima de su dedo índice, le pregunta al americano:

-¿Tú sabes hacer esto?
Me lo imagino diciéndoselo en voz alta y lentamente para que el mormón le "entendiera"... y vaya si le entendió... el chaval cogió el balón y lo hizo girar sobre su dedo índice, pasándoselo al dedo corazón sin que el balón dejara de girar, luego al anular, al meñique, al pulgar... sólo le faltó bajarse las calzonas y hacer girar el balón encima del ciruelo... vamos, que dejó al bueno del Migue a la altura del betún.

Aún cuando se le recuerda esta historia al Migue, muestra una sonrisa que dice... "uf, qué palo me dio".

ATUWÓ - Paco er cojo

La palabra Atuwó no la dijo él, pero él fue quien la convirtió en lo que es: el grito de guerra de los equipos deportivos de La Asunción. No se puede hablar de Atuwó sin hablar de Paco Gaona, Paco er cojo, o simplemente, Paco.
Podéis coger una máquina del tiempo, seleccionar un día desde 1982 hasta la actualidad, viajar al Poli ese día y, probablemente, esté allí el Paco. Él debería escribir este blog, porque conoce todas las historias, y ha protagonizado gran parte de ellas.

Uno de mis primeros recuerdos suyos... es él en vaqueros, la camiseta del Flamengo y una cámara de vídeo tan grande ("un penasho nne cámara" como diría él mismo y Luís Marín) que la cinta de grabación era VHS. Siempre iba (y sigue yendo¡¡) a los partidos de futbito que los chavales de La Asunción jugaban; sobre todo a los de aquellas magníficas generaciones de peloteros con gente como el Rico chico, el Bombilla, Juanmi, Agu, Luis Loreto, Luis del Volapié... bajo la batuta de Paco Manteca y, posteriormente, del "Magg Ggápido". Siempre recogiendo a los chavales y llevándolos para acá y para allá...

Él popularizó Atuwó, pero... ¿quién dijo esa palabra y qué demonios significa? La pronunción Fernando, Fernando el Arcaú (desconozco la etimología de "arcaú"). Este hombre, de la barriada de toda la vida y miembro de Upace, es fanático del Real Madrid, hasta tal punto que los niños, crueles cuando quieren (o mejor dicho, crueles por la educación que han recibido... a muchos siempre nos ha indignado cómo se metían con el pobre de Fernando, o con Juanele, o con Luís Marín... sabemos que muchas veces eran "cosas de chiquillos", pero a veces se pasaban, haciendo oìdos sordos a las reprimendas de los mayores), se metían con el Madrid para que Fernando se picara.

Pues un día... debía ser a principios de los noventa, se encontraron Fernando y Paco en el Volapié, y se estableció la siguiente conversación iniciada por Fernando:

-Shh, atuwó voy a ir al poli.
-¿Cuándo? -inquirió Paco
-Atuwó
-¿Mañana?
-No, atuwó, joé
-¿Pasado mañana?
-No, atuwó
-¿La semana que viene?
-No, atuwó¡¡
-Bueno... pues atuwó vendré a verte

El caso es que nunca supimos qué significaba atuwó, ya que Fernando no fue al Poli durante unos meses...

Paco, tan cachondo como siempre, contó la anécdota, y la palabra, como dijimos al principio de esta entrada, se tomó como grito de guerra de nuestros equipos antes de comenzar un partido, o después de un tiempo muerto...

Sin duda, la persona que ha gritado Atuwó con más decibelios ha sido Jose Copi, del equipo de baloncesto. La gente siempre nos pregunta... "¿qué demonios decís?" Y se creen que Atuwó es "Asunción" en algún extraño dialecto de algún personaje del barrio...

Y esta es una de las grandezas que tiene el Poli: una situación graciosa se convierte en todo un acontecimiento, que une a la gente... ¿los países no buscan siempre un elemento común entre sus habitantes para fomentar el sentimiento de nación? Pues La Asunción tiene un elemento que fomenta la unión de la gente del Poli... ATUWÓ

Ellas

Sí, admitámoslo: el poli siempre ha sido un lugar masculinizado, un reducto para los varones de la zona; pero (siempre hay un "pero") ha tenido sus excepciones femeninas que, esperemos, dejen de ser excepciones y se conviertan en costumbre. Este post, va por ellas.

Aunque, vamos a matizar, no me refiero ni mucho menos a las novias/esposas/ligues de los usuarios masculinos; de esas ya proliferan bastante, yo me refiero a usuarias, deportistas, jugadoras de baloncesto y futbolistas, corredoras y jugadoras de voleibol (por cierto, ¡¡ya no se juega a voleibol¡¡), y también, por supuesto, niñas que van a jugar al escondite, al matar, a la pelota, y a lo que se tercie.

Por lazos familiares me vais a permitir que sean mis hermanas las primeras que nombre. Con ambas y sus amigas y amigos jugaba de pequeño al escondite y al matar cuando los "grandes" ocupaban todas las pistas. Regli, mi hermana mayor, incluso tuvo su época como jugadora de baloncesto, que después desembocaría en varios años como mesa de baloncesto.

Pero, sin duda, cuando pensé en escribir sobre las mujeres del Poli, la primera que se me vino a la mente fue otra jugadora de baloncesto: Maite (La Maite del David). Y se me viene a la cabeza porque siempre me ha apasionado el baloncesto, y ella jugaba a baloncesto. Fue la primera mujer en caerme el estereotipo masculino del deporte: Tendría unos 9 o 10 años como mucho cuando jugué un mano a mano contra ella: Maite me saca varios años de diferencia, era una "mujer", y yo un crío educado en un colegio de monjas, al que le sorprendía ver a una chica jugando a baloncesto. Esa mañana yo llevaba una gorra (Mi madre, cuando apretaba el sol, no me dejaba bajar sin la gorra), por la cual disimulaba mi mirada, que a veces se desviaba hacia una zona de su cuerpo que, en los chicos no se mueve cuando jugamos a baloncesto. Estaba cortado, era algo totalmente nuevo y desconocido para mí. Estaba deseando que acabase el partido. Pero no valen las excusas, me dio una soberana paliza, y sin pisar el acelerador.
...Y eso que jugamos en las canastas pequeñas, mi "terreno".

¿Qué había antes?*

Nació poco después que yo; cuando vine al mundo, el poli se estaba gestando.
Y, como cualquier niño, no pensaba que antes que el Poli, ahí "tenía que haber algo", sino que pensaba que eso siempre estuvo ahí, como que el cielo es azul y el sol sale todos los días.

Fue un día de lluvia, al ver cómo salía el agua por los desagües del Poli y cómo se empezaba a inundar mi calle, cuando mi madre me dijo que "Por unas lluvias así de fuertes se inundaron las casitas".
¿Las casitas? -pregunté-. Mi madre me contó que ahí había varias calles con casas, que se anegaron por unas fuertes lluvias. Muchas de estas familias fueron realojadas en la barriada "La Guita", llamada así porque las viviendas eran tan pequeñas, que los muebles antes de comprarlos había que medirlos con una guita... no vaya a ser que luego no entren por las puertas. Otras familias se quedaron en la misma barriada, o en las barriadas aledañas (recordemos que, sin querer ser chauvinistas, cuando hablamos de las zonas aledañas de la barriada, siempre se han considerado parte de "La Asunción", ya que por ser el primer enclave popular de la zona, se utiliza como lugar de referencia), como es el caso de la familia de Juan Candela, o Juan el Míster. (Que me corrija Juan si me equivoco).

¿Alguien me ayuda a situar el año de las inundaciones y la fecha de creación del Poli?**

*Post retocado a raíz del comentario que se adjunta.
**Duda resuelta a raíz del comentario que se adjunta: Las últimas inundaciones de las casitas tuvieron lugar en 1979, luego se construyó un efímero campo de fútbol, y en 1982 nació el poli.

Prólogo: Declaración de intenciones

Aunque en la cabecera del blog creo que la intención de este espacio queda bastante definida,vamos a establecer una declaración de intenciones a fondo:

-La finalidad de recrear todas estas historias y personajes es doble: por un lado, dejarlas plasmadas para que no caigan en el olvido (ni las historias ni las personas), y por otro, que las nuevas generaciones conozcan y valoren lo importante que es gozar de un espacio público en el barrio, donde a los niños se les deja ser niños.

-Como efecto colateral esperamos que este blog una a las personas y sirva de lugar de reencuentro... Qué bonito sería que alguien que pasó por allí y ahora viva fuera, se tope con este ciber Poli y volvamos a reencontrarnos.

-Este blog nace, principalmente, para ser compartido, ampliado, mejorado, completado por todas aquellas personas que hayan pasado por el Poli y tengan algo que contar, que matizar, o alguien a quien recordar.

-Todas las entradas están sujetas a cambios, modificaciones y comentarios. Queremos reconstruir todas esas historias que cientos de personas tenemos en la cabeza, por eso, cualquier interesado puede solicitar ser autor del blog.