Uno de cincuenta

Seguro que al leer el título de la entrada, muchos ya sabéis de qué va el tema.
En la mayor época de "esplendor" del Poli se generó tanto movimiento que la gente demandaba hacer, de vez en cuando, eventos más o menos oficiales. Con motivo de una verbena se organizó un concurso de triples, cuyo vencedor fue Miguel el escayolista (o pingüino)... "hazaña" que repetiría dos veces más y que él mismo se encargaba de recordarnos a todos varias veces por semana.

Pero no bastaba con la celebración del concurso de verbena en verbena... así que a finales de año también celebrábamos este concurso. Hubo tantos que los mezclo... lo que sí recuerdo es que el Almendro ganó uno o dos concursos, Abel, el del balón medicinal que cuidaba con grasa de caballo, ganó otro (cuyo finalista fue el Pollo, que se le readmitió en el concurso a pesar de haberse quedado dormido y llegar cuando ya había acabado la primera fase; y cuyo speaker fue el ya famoso Luis del Volapié) y un servidor se llevó uno de ellos.

A los que nunca presenciaron estos concursos, he de decirles que ni por asomo disponíamos de 25 balones. Llegábamos a reunir unos doce o trece, y claro, cada uno muy diferente al resto: nuevos, viejos, lisos, globos, piedras, cambembos, de piel, de plástico... y el de Abel, que pertenecía a una categoría aparte. Cuando ibas por el cuarto banco (eran literalmente "bancos") y te tocaba el balón de Abel... pocos llegaban a tocar aro.

Pero vamos a nuestra historia.
Protagonista: Paco Vargas, alias Paco Villacampa.
Cargo: Entrenador por aquella época del Caja Jerez en categoría juvenil.
Lugar: Polideportivo de La Asunción, concurso de triples.
Fecha: uf... creo que debió ser entre el 94 y el 97
Descripción de los hechos: La primera ronda constaba de dos tandas, que, a 25 lanzamientos por tanda, hacen un total de 50 lanzamientos. Nuestros porcentajes, obviamente, eran ínfimos, pero ese día, Paco rompió todos los registros: metió un lanzamiento de cincuenta intentos. Bueno, metió dos... pero estaba pisando en uno de ellos y se le anuló.

Por todo esto, como bien debeis suponer, el apelativo "Villacampa" no tenía nada que ver con sus aptitudes baloncestísticas. (¡¡Con mucho cariño, Paco¡¡)