¿Quién es quién?





Qué de recuerdos... pero la historia y el nombre de las personas que salen en estas fotos no los escribiré... quiero que lo hagamos entre todos. ¡A ver quién reconoce a más personas!


Las canastas chicas

Una cancha de baloncesto, dos de futbito, y una de voleibol. Estas son las pistas con las que cuenta el Poli, aunque durante muchísimos años, en la práctica, eran dos de futbito... y dos de baloncesto. La pista de voley albergaba dos canastas de minibasket, una en cada extremo, y esta improvisada cancha, estaba a veces más solicitada que la cancha "verdadera", ya que la altura de las canastas chicas, permitía a adolescentes y adultos a hacer mates... cuando el celador no miraba, claro.

"Niño, vete a las canastas grandes, ¿no ves que te vas a cargar el aro y se te va a caer la canasta encima?".

A más de uno han expulsado del Poli por colgarse del aro. Las canastas de minibasket tenían un peso en la base, pero cedía dependiendo de la fuerza con la que se machacara y del tamaño y peso del matador.

"Niño, no te enganches, no te quedes colgao¡¡".
"No he tocao el aro, Rafael¡¡ (o Paquirri, o Lolo, o Ramírez... es indiferente)".

Las "canastas chicas" eran mis verdaderos relojes de vida, gracias a ellas notaba cómo iba creciendo. Me acuerdo cuándo tenía que subirme al peso de la canasta y saltar hacia delante para ser capaz de colgarme de una de las dos barras de hierro que tenía la canasta a media altura. Recuerdo cuándo toqué el tablero y recuerdo, perfectamente, cuándo toqué el aro por primera vez: estaba en Octavo de Egb, era junio y hacíamos gimnasia en el Poli. Al terminar la clase, cogí carrerilla, salté y casi me quedo enganchado del aro... llegué sobrado, así que por la tarde, estaba deseando llegar al Poli para volver a hacerlo. Pero por la tarde no era capaz de tocarlo, que por la mañana lo lograra se debió a que acababa de hacer bastante ejercicio... pero por la tarde, en frío, no fui capaz. Cuando pasó el verano ya alcanzaba el aro con solvencia y un año más tarde machacaba ya como "los grandes".

Pero antes de eso, recuerdo que también macahaba, machaqué muchas veces... gracias al Buhigas chico. Jesús Buhigas, varios años mayor que yo, no podía machacar, era una bolita (digo era, porque ahora está canijísimo) y se despegaba muy poco del suelo. Yo pesaba muy poco (como ahora), así que lo que hacíamos era una especie de "catapulta infernal", pero en versión basket. Me acercaba corriendo, tomaba impulso, y al saltar, el Buhigas me agarraba de la cintura, me elevaba hasta el aro y.... catapum¡¡¡

Ahí lo dejo, no sin antes lanzar un "concurso": a ver quién es el que más nombres recuerda de tíos que fueron echados del Poli por colgarse del aro... y de gente que se cargó el aro (hablamos de las canastas pequeñas, ¿eh?). ¡¡ Reto lanzado !!

Postdata: Es curioso... comencé escribiendo esta entrada para hablar del voleibol... es lo que pasa en el Poli, se entrecruzan las historias, los deportes, la gente...

Gitaneo

La Feria del Caballo ha sido la responsable del parón quincenal que ha sufrido este blog; pero a su vez, la propia feria me ha proporcionado la idea para escribir esta entrada:
el lunes de feria me encontré con José Suárez, compañero del equipo de baloncesto de La Asunción (este año llamado "Clydent 2000") y ayer sábado me topé con otro compañero, David Flores.
Desde que era chiquitín les llevo viendo ametrallar los aros del Poli jugando pachangas. Dos auténticas máquinas, que, además de su calidad para el deporte que inventó el profesor Naismith, son dos de las personas más tranquilas, serenas y nobles que he conocido. Es realmente difícil escucharles levantar la voz, alterarse e incluso oírles un taco, están hecho de una pasta especial.

José y David son gitanos. Algo que, a estas alturas, a mí no me dice ni fu ni fa, pero, debido a que los blogs pueden ser leídos por cualquier persona del mundo (qué optimista soy, jeje), quiero hablar de la situación de los gitanos en Jerez, en mi barriada y en el Poli:

Jerez, lugar gitano donde los haya, es la ciudad donde probablemente mejor integrado esté el pueblo romaní: la inmensa mayoría de los gitanos jerezanos son gente de clase trabajadora, con sus problemas para llegar a fin de mes como cualquier hijo de vecino. Y, al igual que los gachós (en Jerez, a los payos se les llama así), hay de todo: carniceros, camareros, cocineros, taxistas, médicos, abogados... (sí, han leído bien: médicos y abogados).

Esta integración, por supuesto, se refleja en La Asunción y en el Poli: muchos vecinos míos y amigos del Poli son gitanos, por tanto, no crecí ni me eduqué en los tópicos que se suelen decir sobre ellos. Todo lo contrario, algunos de los "tópicos" que inundaban mi mente acerca de los gitanos eran los siguientes: tienen un altísimo concepto de la familia y del cuidado de la misma, tienen un don natural para el cante y el baile, son muy cariñosos y atentos...

He hablado de David Flores y José Suárez como podía haberlo hecho de otros muchos gitanos del poli... como por ejemplo, los Peña. Los Peña llevan el kiosco del Poli desde hace ya, creo, más de 15 años, pero además de lo alucinante que es la familia de la Chica, han sido esenciales para mantener vivo el Poli: todos los hijos de la Chica han jugado/entrenado en el equipo de futbito de La Asunción, y todos los nietos han pasado su infancia allí, y su adolescencia. Por cierto, David Flores es primo de los Peña.

Podría seguir contando historias gitanas del Poli, pero, por dos razones no lo hago:

1. Hay tiempo para escribirlas todas.
2. ¿Para qué separar las historias de los gitanos? Si estoy diciendo que siempre hemos estado mezclados y nunca hemos mirado eso, sería incoherente que yo aquí me afanara en hacer la separación. Un ejemplo: se le da tan poca importancia a ser gitano o gachó que, realmente, (en Jerez incluso es al contrario: muchos niños gachós se dicen gitanos porque en Jerez, ser gitano es prestigioso) hay muchas personas del Poli cuya genética desconozco.

Si he escrito este post, es por la razón que aludí al principio: quiero que el mundo vea cómo son aquí los gitanos... y cómo son los gachós.